Querido Paco:
Tu entrevista en el diario El Mundo me ha trasladado a tiempos pretéritos. Aquellos bonitos tiempos previos a la transición democrática cuando ésta se veía venir.
Nos unían las ganas de libertad y, como PNNs que éramos, el ansia de conocimiento.
Vivías con tu mujer en una bonita plaza de Algorta y fuiste un poco más tarde de los primeros clientes de aquella gran aventura de la librería Oroldi en la que oficiaba Maricarmen Castells, mujer de otro colega que lo siguió siendo mío mucho tiempo, nuestro querido Bubi Grafe.
Estás un poco más grueso, la pajarita te sienta muy bien y creo oir tu voz cuando desgranas las ideas de vuestro (tuyo y de tu hijo Igor) recientemente editado libro al hilo de la entrevista.
Pero vayamos al grano.
Afirmas con rotundidad que el Estado puede descomponerse si continuamos jugando con el Estado de las Autonomías. La idea no es nueva aunque compararnos con el Imperio Austro-Húngaro si que me parece una originalidad que no estoy seguro sea adecuada, aunque eso es lo de menos.
Ahora bien, reprobar la Confederación como posible arreglo institucional es una opinión que, en general, no tiene por qué ser cierta a pesar del ejemplo de Francisco José. Pensemos en el inicio de los E.E.U.U. o en lo que todavía se llama Confederación Helvética.
Si estuviéramos en la misma Universidad sería muy bonito organizar un seminario sobre estas cuestiones. O al menos un debate. Escucharía tus argumentos después de leer vuestro libro y te rogaría que leyeras lo que publiqué hace poco tiempo sobre el Principio Confederal en Política Exterior.
La discusión sería civilizada y saldríamos todos más sabios. Me temo sin embargo que esa discusión no vaya a tener lugar y no sólo porque estamos lejos o porque estamos agobiados de trabajo, sino porque no están los tiempos para estas finuras. Solo espero que leas esto y quizá ese pequeño trabajo que he mencionado y del que estoy bastante orgulloso.
Salud amigo.