Parece que algunas autonomías se empiezan a mover en relación a las viviendas vacías y que proponen un aumento signifivativo del IBI, una especie de tasa de 9 euros al día e incluso la expropiación.
Es una respuesta a la carestía de la vivienda, pero no estoy seguro que sea la respuesta adecuada. De hecho tengo sentimientos encontrados respecto de este problema y respecto a la soluciones que se proponen.
Por un lado me parece que gravar, o gravar aun más, la tenencia de un activo en el que materializo mi ahorro es penalizarme injustificadamente ese ahorro de la misma forma que sería injustificado penalizar mi tenencia de un terreno en el que no construyo o de unos valores mobiliarios de cuyos rendimientos no disfruto hasta que los vendo, como podría ser el caso de un fondo de cualquier tipo.
Pero por otro lado hay algo en el movimiento okupa que me rejuvenece. Me recuerda a las bicicletas blancas de Amsterdam. Hay algo de civilizatorio cuando se socializa algo cuyo valor es tan pequeño para cada uno que a ningún propietario legal le molesta ponerlo a disposición de todos.
Pero el valor de un piso no es trivial cualquiera que sea su tamaño. Y su socialización no tiene ninguna gracia para el propietario.
Lo divertido sería poner en común la ocupación diaria de un piso vacío. Mi casa de verano, por ejemplo, podría ser usada cada noche por quien la necesitara siempre, claro está, que se identificara y la dejara en perfecto estado de revista para la próxima noche.
Pero si algo así no fue posible con las bicicletas blancas de Amsterdam dificilmente lo va ser con los pisos vacíos. Pero la razon de la dificultad me parece tecnológica, no conceptual. Y tecnológicamente parece que hay soluciones pues el problema se parece mucho al uso de la capacidad de computación excedente que se puede utilizar, o se debería poder utilizar, por cualquiera.