La desaparición del compañero, pareja o cónyuge, no significa siempre lo mismo.
Ese esfumarse es trágico justo cuando no se trata ya propiamente de un cónyuge, pareja o compañero; sino de un acompañante accidental en la sala de espera de una clínica especializada en un tratamiento eterno de soledad.
Pero ese desaparecer es quizá brutal aunque curable, por lo que a lo mas es simplemente dramático, cuando lo que nos golpea es la simple inexistencia física de nuestro habitual cómplice en el juego del placer.