JRC es un fan de Steven Pinker. Me pasó hace unos días una charla sobre la violencia de este lingüista y psicólogo que me pareció desafortunada. Decía el autor de Language Instinct y de Blank Slate que vamos mejor a pesar de que cada vez se machaca a más gente. La razón sería que en porcentaje el número de machacados es menor y que hoy lo hacemos de manera menos cruel.
Además de la imposibilidad de establecer ningún baremo para calibrar un sufrimiento presumiblemente menor de mucha más gente, el razonamiento sufre de la falta de eso que se supone tiene que tener un científico que, además de serio, quiere ser persuasivo. Un buen científco debe tener aparte de datos que sostienen sus afirmaciones, algo de lo que se llamaba «pisques». En nuestro caso, Pinker debería preocuparse de las consecuencias del espectáculo de la violencia y darnos ideas sobre cómo comparar Abu Graib con un sacrificio ritual.
En el caso de Sala i Martí la historia era otra, pero mi queja era y es similar. Hace unos años éste economista catalán que profesa en Columbia presentó en el Consejo Editorial de EXPANSION su trabajo sobre distribución personal de la renta en el mundo. Se quejaba este brillante economista de que, a pesar de que los datos sobre desigualdad mostraban su disminución, los niñatos de la Universidad de Columbia (Ivy League) protestaban por las desigualdades que creían percibir en su entorno americano.
A mí me pareció entonces y me sigue pareciendo ahora que la desigualdad inmediata, compatible con una mayor igualda global, era causa suficiente para que los burgueses (que yo no desprecio) se amotinaran.
De la misma manera pienso que la crueldad que hoy observo directamente, quizá compatible con una menor crueldad medida correctamente, es razón suficiente para indignarme sin tratar de justificarla implícitamente porque estamos presumiblemente mejor que cuando se enviaba al personal al otro mundo friéndole vuelta y vuelta.