Carlos Rodriguez Braun es un serio economista y un polemista peligroso. También es un columnista brillante que profesa en diferentes medios, entre ellos EXPANSION.
En su columna de ayer en dicho periódico económico, CRB afirmaba que el Presidente del Gobierno es no solo algo peor que un animalito inofensivo y tonto, sino también un totalitario y alguien que no se rige por el principio de no contradicción.
Entren ustedes y léanle. Yo lo hice y no lo entendí. No entendí la literalidad del artículo y tampoco sus econdidas intenciones si es que las tenía. Cosa rara, no por mis pobres entendederas; sino porque CRB suele ser claro en su expresión y en su intención.
Que no es inofensivo no parece ser noticia ya. No creo que nadie haya pensado nunca que sea tonto. Por lo tanto no entiendo qué quiere decir que es peor que eso. Quizá que es ofensivo y realmente estúpido. Me creo lo primero aunque no tenga más prueba que la dureza con la que despidió a mi amiga María Jesús Sansegundo. No puedo creerme lo segundo a la vista de muchos de sus éxitos políticos. No pueden ser todos el resultado de una buena racha.
Vayamos con el totalitarismo. Si dijo lo que aparece entrecomillado («el ciudadano normal sólo tiene el poder que le da su papeleta» ) y no lo dijo como preámbulo de algún proyecto para devolverle su protagonismo, me temo que no tendría más remedio que estar de acuerdo con CRB y poner al Presidente en la lista de presidentes con ramalazos totalitarios a los que hemos sufrido y sufrimos en diferentes ámbitos. Pero ¿ realmente lo dijo?. No me lo puedo creer.
Sigamos con esa fea desviación hacia la arbitrariedad, además de un peligro serio, que es el totalitarismo. Según CRB sería totalitario cualquiera que crea que el matriminio, la propiedad y el comercio pueden ser manipulados por la política sin grave manoscabo de la libertad. Se tataría de tres ejemplos de instituciones pre-políticas. Y sin embargo hay limitaciones al matrimonio canónico reconocidas por la ley, hay leyes de expropiación y el comercio está fuertemente regulado por piezas legislativas de diverso rango. Y como a mí, ninguna de estas tres cosas me parece un grave atentado a la libertad, resulta que debo tener un ramalazo totalitario que me debiera hacer mirar. Desgraciadamente tengo otras cosas más urgentes que dilucudar en el diván.
Y, finalmente, Zapatero sería un violador de la lógica formal. Como ésta se refiere a las proposiciones, esta violación no me preocuparía en sí. Lo que me preocuparía es si fuera lo que podríamos llamar, forzando el lenguaje, contradictorio en la acción. Y que yo recuerde sólo lo ha sido tratando desigualmente el Plan Ibarreche y el Estatut: una contradicción en la acción muy bien valorada por la gran mayoría de los autonombrados defensores de la libertad.
Pensar nos viene bien a todos. Yo, por mi parte, seguiré pensando en Economía y Ontología. Pero eso será mañana.