Muammar el Gadafi es, según los estándares habituales, un terrorista aunque arrepentido y de vuelta entre los países civilizados, parece ser. No he visto ningún amago de nuestros superjueces de ejercer la jurisdicción universal y llevarlo ante su juzgado de instrucción. No he oído a los defensores de los derechos humanos clamar contra el asesino de Lockerbie o el torturador de enfermeras búlgaras y solo he leído una columna que lo recuerda. He notado un cierto cambio protocolario, aunque no en el almuerzo con nuestro anterior presidente de gobierno. ¡Parlez moi du terrorism!