Hace como una semana me metí en el Renoir de Cuatro Caminos a ver Oviedo Express. Tengo una cierta devoción por Gonzalo Suarez y tengo que decir que no me dafraudó, pero hay algo que no funciona o que no deja que esta película sea perfecta. ¿Porqué no es perfecta?
Tiene muchos ingredientes para serlo. El pricipal, sin duda, la mano maestra de Gonzalo Suarez y su calidad literaria. Pero tampoco son mancos el Carlos Suarez tras la cámara o los actores, especialmente Aitana que se ha convertido en una mujer cercana a la diva que intenta recrear aquí o la gran Maibel Verdú que se hace mayor mientras rejuvenece o el no tan grande, pero todavía apreciable, Carmelo Gómez por no mencionar hasta que crezca a la hija del pintor donostiarra Goenaga.
Y desde luego el eterno tema de la ficción en la ficción con un pequeño añadido de la ficción en la ficción de la ficción, pequeño añadido que da mucho juego como cualquier juego de espejos. Este juego es en general peligroso pues requiere un pulso firme. En esta caso la obra mantiene el rumbo gracias al sentido de la realidad que proporciona la más jóven de las mujeres, la jóven Goenaga. la que va a escribir nada menos que una tesis doctoral y se ve tocada por ella sin perder, sin embargo, el pie.
Claro que sobran cosas. La más notable el sosímo episodio del botones voiyeur que acaba en la piscina. Pero también sobran la mayoría de los desnudos que, yo diría, están hechos con poco deseo por un hombre que los echa en falta y quiere presumir de libertad de septuagenario.
Pero no es lo que sobra lo que explica la falta de genialidad. Será quizás que le falta algo. Yo diría que sí aunque no sé muy bien qué es. Es posible que no haya sabido sacarle todo el partido posible a Naiwa Nimri; pero no está ahí la clave. Ni creo que la encontráramos en puntos estrictamente cinematográficos como tomas, ángulos, movimientos de cámara u otros. Hay quizá demasiadas referencias de cinéfilo sin que se sepa bien porqué están ahi.
Ya nos vamos acercando. Todo está bien, pero le falta pulso. Ya que entre las referencias esta Wilder con un pequeño homenaje a William Holden en una piscina de pega, no es dificil concluir que ahí está la clave:el ritmo. No es cuestión de edad. Es cuestión de entusiasmo, de ganas de vivir aunque se cuente lo más sórdido y deseperante de la condición humana.
Oviedo Express es una comedia… sin gracia, aunque perfectamente construída. Decía Truffaut en La Noche Americana que las película (su rodaje) deberían funcionar como trenes en la noche. Pues no se cómo sería el rodaje de esta película; pero el resultado no marcha con la determinación y terca alegría de un tren en la noche.