Un día lejano pillé cómo jugar al futbolín. El problema que durante años me impidió hacerlo es que sabía jugar al futbol y, enredado en la representación, creía poder armar jugadas basadas en el posicionamiento en el campo o en el dribling individual. Hasta que un día lo pillé. Se trataba de posicionar de continuo un tocho de madera frente de otro tocho de madera. Desde entonces no perdí ninguna partida.
Mucho más reciente es mi captación del secreto de la pintura figurativa, es decir de la representación en dos dimensiones de volúmenes del mundo natural. Desde que lo pillé me entusiasma ver, en dos manchitas oscuras entre los ojos y la boca, los seductores agujeritos de la nariz de un bello retrato de mujer. Lo pillé, pero no pinto porque no «veo» la realidad aunque podría representarla si la viera.
Este verano he aprendido a nadar. Como todos los de puerto de mar sabía cómo flotar pero no nadar. Como los que saben andar pero no pasean, yo flotaba pero no nadaba. Porque no sabía respirar. Y a últimos de julio, ¿zás! lo pillé. Torcí un poco más el cuello en mi crawl improvisado y ahora puedo machacarme en una piscina para controlar muchos de mis males físicos.
Soy muy torpe y tardo mucho en pillar cosas elementales. Sin embargo desde muy jóven supe que la matemática era cuestión de pillarla y nunca se me ha resistido una prueba, aunque a veces tarde en entonar el eureka. La música es, sin embargo, el claro exponente de mis limitaciones. Me hipnotiza y no tengo tan mal oíd; pero no la pillo y cuando esto ocurre no hay nada que hacer. No caben acercamientos intelectuales paulatinos. No puedo decir que entiendo algo de música porque cuando no se pilla no se pilla y lo que tengo que decir es que no sé nada de música aunque la escuche a menudo y con gusto, quizá a la espera de ese momento mágico en el que algún dios caprichoso se compadecerá de mí y me regalará el don que anhelo.
Y ¿ de la Economía qué ?. Pues aprendí mucha en la juventud y creía saber algo de ese inteligéntísimo pensamiento humano. Hasta que un día la pillé. Desde entonces solo sé que no escribo más que verdades. Como diría Dylan: «at times I think there are no words but these to tell what ´s true».