Sí, me doy pena y casi lloro por mí cuando me veo ingresando en la clínica, dentro de unas horas, con una maletita de embarazada que, sin embargo, no guarda faldones o vaporosos camisones, sino un ridículo pijama antiguo y una bata nueva porque la que uso en casa está en un estado lamentable. Voy a protagomizar un capítulo de House y espero que me dejen mirar cuando el catéter se vaya acercando a esa víscera incontrolable que respira babeante como el alien de Ridley Scott. Les seguiré informando desde mi blackberry si me encuentro con ánimos y, en cualquier caso, blogearé antes de ingresar un post de dimemsiones normales.