J.L., mi semiólogo favorito, estaba el otro día tan enfadado con la manera en que trata el país a los mejores que despotricaba contra ese país, España, con verdadera inteligencia.
Decía que se trata del efecto Manrique. Citaba como de pasada «nuestras vidas son como los ríos que van a dar al mar», aqui se paraba un momento y apoyándose en un gesto, añadía «coma, que es el morir»
Esa coma nos dio para mucho. Prepara la explicación como si fuera necesaria, como si no fuera obvio que el mar es el fin. Y por otro lado esa coma abre la puerta a lo tremendo: la muerte.
Tremendismo y obviedad hacen de este país nuestro algo casi invivible.