Me ha costado una estancia en el cuarto de baño mucho más larga de lo normal, pero lo he conseguido. Tenía que bajar un poco la vista. Lo hice y allí los encontré. El de espaldas con una cabeza calva y na oreja izquierda muy grande. Ella, aparentemente blanca como una novia apoya su cabeza en el hombro derecho de él. Ya no se me escapan; pero ahora no estoy seguro que sea un tango lo que bailan. Se lo vo a preguntar; pero ya no formarán parte de mi galería de figuras en el linóleo pues ella no es la que busco en esta huída desesperada hacia el infierno.
Related Posts

Dos ideas complementarias
31 agosto, 2015
Platón, Nietzsche y el Eterno Presente
9 febrero, 2016