Me ha costado una estancia en el cuarto de baño mucho más larga de lo normal, pero lo he conseguido. Tenía que bajar un poco la vista. Lo hice y allí los encontré. El de espaldas con una cabeza calva y na oreja izquierda muy grande. Ella, aparentemente blanca como una novia apoya su cabeza en el hombro derecho de él. Ya no se me escapan; pero ahora no estoy seguro que sea un tango lo que bailan. Se lo vo a preguntar; pero ya no formarán parte de mi galería de figuras en el linóleo pues ella no es la que busco en esta huída desesperada hacia el infierno.