Este asunto de las dimisiones me atrae de manera morbosa. Escribí sobre ello contando las aventuras atolondradas de un amigo muy cercano y lo he recordado al observar la de Imaz hace un par de meses y la reciente amenaza de dejar la política de Ruiz Gallardón. La de uno, dicen, deja el camino expedito para la autodetrminación del País Vasco. La del otro, dicen, elimina la última barrera a la entronización del teoconservadurismo en la derecha española. Espero que en uno y otro partido a los que pertenecen los dimisionarios, haya maquinistas que puedan evitar un choque de trenes entre El Estado y el País Vasco en caso de vitoria popular en las próximas elecciones.