Las diferencias neurológicas entre hombres y mujeres es un tema recurrente en los últimos tiempos. Ya me hice eco de él , aunque de una manera transversal, al comentar el porqué de la dimisión de Larry Summers como Presidente de Harvard en un artículo de EXPANSION. Pero hoy quiero dejar memoria de algo que leí el otro día y que no recuerdo dónde. Posiblemente en el FT.
Leía que las diferencias cerebrales entre hombres y mujeres no son fundamentales tal como lo serían si, por ejemplo, las mujeres, no estuvieran tan bien dotadas para las matemáticas como los hombres. Pero haberlas haylas, aunque sean superficiales. Como no tengo el texto delante no puedo precisar; pero no cambiaría nada si supusiera, a modo de simple artilugio expositivo, que esas diferencias se refireren a la relación entre el desarrollo del cortex frontal (racionalidad ) y el del lóbulo medio (deseo visceral ). Esta relación sería mayor para los hombres que para las mujeres.
Podríamos utilizar cualquier otro ejemplo para conducir la exposición pues no estoy interesado en la neurología en sí sino, más bien, en el argumento económico relacionado con la ventaja comparativa de hombres y mujeres para circular por el mundo. De hecho prefiero un ejemplo menos comprometido y más convencional; así que digamos que los hombres tienen más fuerza y las mujeres más maña. Siempre en términos relativos.
Lo interesante del artículo que leí tangencialmente es que insinuaba que esa posible diferencia dotaba a los hombres de una ventaja relativa hasta hace poco tiempo; pero que la desventaja de las mujeres se convertiría, en un futuro próximo, en una ventaja relativa para desenvolverse en el mundo en el que entramos. Venimos de un mundo muy pesado en el que la fuerza era fundamental y vamos a un mundo liviano en el que lo bueno es tener maña.
Miremos a nuestro alrededor y tratemos de acumular evidencia sobre las características del mundo que nos rodea para decidir, los que hemos sido educados como varones, si no es tiempo de dejar que aflore nuestra feminidad. Suponiendo que decidiéramos que sí que es tiempo de cultivar un poco la maña nos encontraríamos con el precio de la disidencia, algo nada despreciable. Así que es de esperar que nos resistamos y que, por lo tanto, las mujeres vayan alcanzando las cotas de poder que hasta ahora les eran inalcanzables.