El verano pasado defendí en los cursos de verano de El Escorial la conveniencia de una ley de cuotas que obligara a tener una representación femnina equitativa en cualquier órgano que admita la regulación. Lo hice junto con una amiga, Ana María LLopis y en contra de otras dos mujeres muy conocidas y profesionales de tanto éxito como mi amiga.
Estoy contento con la sobrerrepresentación de las mujeres en el gobierno que Zapatero acaba de montar y me parece que esto es ya imparable para beneficio de todos. Por eso he disfrutado de lo que escribe Rossana Rossanda en Sin Permiso.
Se trata e un alegato mucho más varonil que la suave persuasión indirecta de Antoni Gutiérrez-Rubí al que me refería el otro día como un hermano y cuyo libro-Políticas– espero sea todo un éxito de ventas lo que no parece dificil a la luz de esta especie de recensión avant la lettre