Admiro a Conthe. Solo he tenido un par de ocasiones de estrecharle la mano; pero he observado algunos de sus comportamuientos de no muy lejos.
En la fusión ya antigua entre Iberduero e Hidroeléctrica y cuando los beneficios fiscales de la fusión estaban ya apalabrados con la administración, el flamante nuevo Secretario de Estado de Economía- en sustitución de Alfredo Pastor- y exdirector general del Tesoro rompió la baraja en favor de otro arreglo más justo, según él. Es pues Conthe un hombre valiente.
Y también es un hombre arrogante. Su paso por el Banco Mundial tratando de enmendar la plana al mismísimo Wolfenshon muestran una arrogancia moral notable.Sus artículos en EXPANSION muestran, a su vez, un hombre arrogante intelectualmente, de una amplitud de lecturas apabullante y que no se limitan a la Economía seguramente por su formación inicial poco técnica.
Esta arrogancia intelectual se ha puesto de manifiesto en su comparecencia parlamentaria al citar a especialistas en psicología que han sido capaces de destacar sesgos y de detectar experimentalmente tendencias que son relevantes para la Economía. Pero no ha citado a a aquellas aportaciones de la psicología experimental que han sido mejor aprovechadas por la Economía. He ahí su error.
En efecto, está bien recordar que hay sesgos psicológicos y disonancias cognitivas que nos empujan a abandonarnos a la autoridad sin pizca de espíritu crítico, que nos llevan a la imitación como sano mecanismo adaptativo y en definitiva al gregarismo y el conformismo, para destacar implícitamente que alguien – posiblemente él- tiene que plantarles cara. Está bien digo; pero es más interesante recordar cómo los economistas han tratado de lidiar con dichas tendencias y sesgos.
Por ejemplo, ante el sego cognitivo que nos lleva a interpretar la evidencia nueva como un refuerzo de las creencias a priori, lo mejor es es acudir, en los casos debatibles, a muchos expertos sin ponderar sus opiniones de acuerdo con su autoridad científica.
¿Es este un caso de la Wisdom of Crowds? Quizá,pero hay que reconocer que este sesgo cognitivo no aqueja solo a los demás sino también al uno mismo, incluso si uno es tan independiente como Conthe. He aquí la inconsistencia de Conthe.
Por lo demás a mí no me importaría pertenecer a su tertulia en el caso improbable de que la tuviera.