Con el calor y el síndrome vacacional se me había olvidado esta impresión ya pasada, pero el final del calor, al menos, en esta bendito Baix Empordí , me recuerda que no quiero olvidarla hasta que vuelva al trabajo o hasta el verano que viene.
La salida del metro en los Nuevos Ministerios a las 8.30 de la mañana se parece al encierro de los Sanfermines. Todos los mozos y mozas llevan el periódico en la mano enrollada en una especie de testigo de una carrera de relevos sin relevos. En Pamplona será sin duda ese periódico, el Pensamiento Navarro, del que Pío Baroja decía cosas que no quiero reproducir, mientras que en ese trozo de la Castellana se trata seguramente de uno de los gratuitos.
En el caso navarro es una cuestión de distancias. El toro no ve bien y lanza su cabezazo contra lo que ve de cerca que mejor es que no sea tu espalda. En Madrid en un día laborable es una forma de mantener las distancias en el metro, y más allá de su salida, una manera de sostener o continuar una conversación con un amigo reciente sin acercarte demasiado justo antes de ser engullido por el monstruo.
Lo curioso es que un periódico sirva para mantener las distancias. Y sobre esa especie de paradoja merece la pena reflexionar. Otro día