Mis amigos creen que Rajoy quedó muy bien ante Gabilondo en el canal cuatro el jueves pasado. Yo, sin embargo, no creo que fuera así. Si mis amigos lo creen debe ser, opino, porque se averguenzan de la actitud de Gabilondo que más bien parecía un contendiente que un testigo.
Para mí quedó al decubierto la naturleza de opositor de Rajoy que parece saberse el temario pero que no distingue la importancia de unos temas de la de otros y repite lo memorizado sin subrayar correctamente.
Hablar de su galleguismo es un tópico de no muy buen gusto, pero es dificil evitarlo cuando era obvio que consiguió no contestar a casi nada. No sabe de Leganés, no sabe qué haría con los emigrantes ilegales, no parece darse cuenta de lo peligroso que es ese contato de adhesión a no se qué valores específicos, solo le preocupa el nombre de «matrimonio» en las uniones de homosexuales, defiende a la iglesia, católica naturalmente, pero de una manera tonta comparando la rección del PSOE a la declaración de la Conferencia Epicscopal con su falta de reacción personal a la declaración de la Junta Islámica a favor del PSOE, reconociendo así implícitamente que la de los obispos era a su favor.
Podríamos seguir con cada uno de los temas que se tocaron en la entrevista; pero quizá baste, a efectos de remarcar su falta de espontaneidad y su falta de entendimiento del porqué del temario como algo distinto del temario en sí, con subrayar con qué insistencia declaró que desde el primer día de esta legislatura había puesto gran énfasis en materias económicas. Es posible que sea estadísticamente cierto en lo que serefiere a sus preguntas parlamentarias, pero no lo ha percibido así la opinión pública. De hecho, los conservadores ni siquiera se dieron cuenta de la lo que venía encima cuando este verano pasado se percibieron los primeros síntomas de la actual desaceleración.
Y en lo que se refiere a medidas económicas nada muy específico más allá de la consabida rebaja impositiva acompañada ahora de imposición diferencial entre hombres y mujeres, un tema este muy discutible y nada discutido en esta larga precampaña.
Y sin embargo, en opinión de no pocos, Rajoy triunfó sobre un Gabilondo excesivamente incisivo. Nada importa si el periodista lo hizo mal o bien. Lo que importa, a mi juicio, es que Rajoy o no tiene nada que decir o que cuando sí lo tiene suena a populismo barato.
Qué pena