Anteayer apostaba aquí a que El BCE no bajaría los tipos, que es lo que debía haber hecho, sino que los subiría o al menos los mantendría constantes. De acuero con el EXPANSION de hoy, ayer el OBCE, que se reúne en los locales que albergaron a Recoletos, pensabe en su mayoría que el BCE mantendría los tipos a pesar de su anuncio de agosto, que es exactamente lo que ha ocurrido.
Pero había dos excepdciones. La de mi amigo Fernando Fernández, que pensaba que habría que subirlos tal como estaba previsto, y la de mi también amigo y además ex-colega, Javier Díaz, que hubiera querido que los baje pues, según él, ya está bien esta afición de los bancos centrales a producir recesiones.
Qué decir de lo que se acaba de anunciar, es decir del mantenimiento de los tipos. Pues lo obvio, que no han bajado y que no han subido.
Puesto que no los han subido, que es lo que yo realmente creía que iban a hacer, Fernando Fernández debería decir que el BCE ha perdido reputación antiinflacionaria (ya que ellos mismos conceden que hay presiones al alza en muchos precios que forman parte del índice de precios al consumo, además de la presión que se deriva del nivel altísimo del precio del petroleo) pero que no ha perdido credibilidad puesto que lo que han hecho tampoco va en su contra, máxime cuando Trichet deja la puerta abierta a subirlos dentro de un mes.
Puesto que no los han bajado Javier Díaz diría que el BCE ha perdido credibilidad como mantenedor de la actividad; pero ha mantenido la reputación antiinflacionaria ya que la situación real hubiera merecido una corrección a la baja.
Total que, para mí, aunque esto entraba dentro de mis previsiones, lo que ha ocurrido es lo peor que ha podido ocurrir. Ni chicha , ni limoná. El BCE ya no es previsible, cosa que se supone que debería ser para que los agentes económicos sepan a qué atenerse, y además ha desaprovechado la oportunidad única de ganarse una reputación muy seria como controlador de la inflación. Es decir ya no sabemos qué esperar del BCE y no sabemos muy bien para qué sirve.