Recientemente he hecho referencia a esta idea del Diseñador Inteligente ( ID) en dos ocasiones. En mi p ágina web escribí ahace m ás de un mes sobre la cruelda de las capillitas y m ás recientemente me he referíido a ella en este blog.
No se trata de una broma de dudoso gusto y los ciéntíficos empiezan a preocuparse seriamente aunque no falten quienes no estén dispestos a perde el tiempo dedic ándole ni un minuto. El asunto no es trivial, tal como pone de manifiesto el reportaje del FT el viernes 23 de diciembre.
Los procesos judiciales de Kansas y Pennsylvania deja la dicusión sobre la enseñanza del creacionismo maquillado en tablas y plantean seriamente el espinoso asunto de qué es ciencia y qué no se puede considerar como tal. El creacionismo no aspira a serlo y su «verdad» es la revelada. La ciencia dura todavía se demarca, en general, con criterios popperianos y sería ciencia solo aquello que se puede falsar empíricamente demostrando así la falsedad de una teoría que aspiraba a constituir verdad en el sentido de correspondencia con la realidad de «ahí fuera». Pero hoy en día los filósofos de la ciencia, quiz á influídos poe las ciencias blandas, tienen una actitud distinta. Sería ciencia hoy lo que es coherente con lo que ayer lo era, admitiendo así una noción de la verdad que se limita a controlar su coherencia.
Es exactamente por este último resquicio por donde se intoduce subrepticiamente el ID ya que sería aceptable como hipótesis científiva alternativa aunque no sea verificable o falsable. Sería coherente con ciertas interpretaciones de la idea de complejidad. Si la complejidad es de tal naturaleza que no puede ser replicada por un algoritmo en tiempo finito nos encontramos con que si creemos en el big bang como un inicio en el tiempo, ¿por qué no cree que se necesita algo m ás que evolución en el tiempo para explicar la compleja variedad observable?
Mi respuesta no es nada popperiana, ni trata de afear la lógica de quienes creen en proposiciones cuyo negativo no haya sido falsado. Lo que creo, muy simplemente, es que la mejor estrategia para alcanzar la verdad ( no revelada) no puede pasar por una explicación que podríamos llamar «antropomórfica «aunque se refiera a algo como un Dios. La mejor estrategia es, m ás bien, tratar de afinar el algoritmo para conseguir acercarnos m ás y m ás a replicar en tiempo finito la diversidad observada.