Introducción
Buenos tardes y muchas gracias por la disposición que muestran ustedes, distinguidos miembros de esta Academia, a escuchar a este humilde candidato al ingreso. Me dispongo a exponer en alta voz lo que llevo pensando hace años, que no hemos aprendido nada de esta crisis económica que, con el nombre de la Gran Recesión, hemos sufrido desde julio del 2007 hasta hoy en varias fases que han afectado de manera diferenciada a distintos y países y zonas económicas en un mundo globalizado y que hoy todavía nos tiene en vilo a los europeos por el asunto de Grecia y su reto a la U.E a partir del triunfo de Syriza.
Se han escrito miles de páginas al respecto que podría clasificar. Podría así mismo resumir las innumerables ideas en unas pocas claves que parecen haber ganado crédito en estos años en el mundo de las publicaciones técnicas. Podría también dar una opinión, más o menos informada, sobre el éxito relativo de unas u otras medidas de política económica e incluso puedo filosofar un poco sobre el significado de «aprender». Podría hacer todo eso y algo de todo ello haré, pero creo que es sano y honrado que, desde el principio, de este discurso les diga, ilustres académicos, que ante la pregunta «¿qué hemos aprendido de la crisis?» voy a responder que nada y que, eso, saber que no sabemos nada que no supiéramos, es ya mucho, pues nos abre todo un espacio de trabajo significativo y creo que rupturista.
A partir de este momento dividiré mi exposición en cuatro partes. En primer lugar y por un deseo de completitud comenzaré exponiendo lo que todos sabemos es la Economía con mayúsculas separando estratégicamente lo que es el modelo básico microeconómico y cómo del surgen dos familias de modelos macroeconómicos. En segundo lugar trataré de aclarar cómo las ideas explicativas sobre la Gran Recesión proceden, en parte, de una u otra de estas familias y cómo esas ideas llevan a sugerencias de políticas económicas alternativas. En tercer lugar contestaré en negativo la pregunta sobre lo que hemos aprendido lo que me llevará a un epílogo en el que avanzaré mi convicción de que debemos cambiar no solo nuestra manera de trabajar en Economía sino también lo que entendemos por aprender y lo que consideramos es la verdad.