Tomé este libro de Coeetze, Diary of a bad year casi al azar, porque estaba encima de la mesa baja del salón, abandonado de momento por mi mujer, y hechizado por un título que refejaba mi experincia de finales del año pasado. Y quedé mesmerizado. No tanto por el experimento formal del que se hace eco The New York Review of Books, sino por el triágulo amoroso que se forma tontamente y se dasarrolla sin estridencias, pero con un toque genial en relación a la naturaleza del deseo de un macho viejo. No hay empuje pero hay algo extaño que no se cómo llamar. Quizá una líbido distanciada que no tiene prisa precisamente porque apenas le queda tiempo.