En la tercera del ABC del viernes 10 de noviembre, Fernando Fernández y Méndez de Andés se acerca a la interpretación que me parece correcta de lo que pasa en el estadio cultural el desarrollo social en el que nos encontramos en nuestro país. Viene a contarnos que el PSOE (pero el lector es llevado a pensar que también el PP) han perdido el guión y no saben que les toca hacer.
Pero me parece que Fernando no se ha dado cuenta de que el fenómeno es univesal. Pensemos si no en lo que la prensa anglosajona llama las culture wars a raiz de las elecciones legislativas americanas del martes 7. Tal como se sugirió en el blog de Becker y Posner, estas elecciones nos hacen ver que la política partidista no estructura correctamente la sociedad actual.
Aun a riesgo de ser un pelmazo, empiezo reiterando lo que vengo diciendo hace tres semanas. Según Alain Touraine,en este tercer estadio del desarrollo social el principio estructurador de la sociedad no es ya ni el Poder ni el Beneficio; sino la Cultura. Así como los dos primeros permiten una sociedad jerarquizada que desarrolla sus maneras verticales de gestionar esos asuntos que, aunque parezcan políticos o económicos, son en realidad cluturales, el tercer estadio desvela esta naturaleza última de los problemas acuciantes y tiene que aprender a manejarlos.
Pensemos en los siguientes cuatro temas: aborto, matrimonio homosexual, acción afirmativa, células madre. Este es el listado que mencionaba el FT en su editorial a los tres días de las elecciones americanas. Y ese mismo día Fernando Fernández, en clave aparentemente más local, añadía la organización territorial, la lucha antiterrorista, las relaciones internacionales y la religión. Se trata de temas que podríamos llamar políticos y que tienen ribetes económicos , pero que no se puede negar que son propiamente culturales. Se podría extender la lista incluyendo asuntos como la justicia, la propiedad intelectual, la corrupción, la captura del estado, la inmigración, el revisionismo histórico, o las nuevas tecnologías. Todos ellos transversales a la ideología partidista.
Si derechas e izquierdas se se diferencian básicamente en su concepción de la naturaleza humana (ángel caido o ángel devenido) y sus derivaciones respecto a la autoridad o la propiedad, no parece posible que los partidos que representan esos extremos, derecha e izquierda, tengan nada que decir sobre estos temas que he mencionado. Sin embargo los partidos políticos se se han pasado toda su vida, y continúan haciéndolo, atribuyéndose a sí mismo la defesa de una u otra postura respecto a ellos.
Sirvan estos comentarios para constatar el hecho antiguo, pero solo reciéntemente aceptado de que los ciudadanos ya no confían en los partidos polticos para que luchen por ellos en estos temas y que lo que hacen es organizarse en grupos transversales. Como cada uno de estos grupos no puede dejar oir su voz con suficiente estruendo, se venden al mejor postor. De ahí que los partidos tengan que enfrentarse al problema de conformar una agenda que capture a la mayor parte de esta ciudadanía dispersa.
Continuaré tratando de sacar algunas consecuencias de este hecho.