En el último artículo que he publicado en EXPANSION hacía referencia a teorías económicas recientes que intentan librarse del modelo estándar. Para ello unos se fijan en la sicología ( por ejemplo, en los sesgos cognitivos), otros hablan de racionalidad acotada por las dificultades de procesar información y otros se entusiasman con las perspectivas que empieza a ofrecer la neurología y que nos hacen entender mejor cosas como la tasa de descuento temporal. La economía experimental, por su parte, trata de confirmar o contradecir los resultados de las tres áreas que he mencionado.
Pero lo que pretende Akerlof en la Pesidential Adress a la que me he referido en el artículo citado, es la incorporación de la sociología al modelo estándar mediante la incorporación de las normas sociales que han sido establecidas con cierta seriedad científica.
El mismo Akerlof se da cuenta de la necesidad de endogeneizar esas normas sociales y así lo expresa. Pero esta endogenización, argí¼ia yo, ha de traer consigo la problematización del modelo estándar ya que no puede hacerse más que en base a ideas evolutivas que incorporan racionalidad limitada y una noción de equilibrio que solo se parece a la estándar en sentido matemático ( se trata de un punto fijo de una cierta correspondencia).
Pero no es eso todo lo que pretende Akerlof. En segundo lugar, y de manera no independiente de la endogeneización, está la cuestión metodológica.
A este respecto Akerlof arguye que la metodología prevalente entre los economistas explicaría el porqué la profesión no se ha lanzado a encontrar los microfundamentods de las normas. Según él esta metodología es la metodología que expuso Friedman hace más de cincuenta años. Para los metodólogos esta metodología puramente instrumental está superada y, añado yo, no incluye en cualquier caso la parsimonia en el quehacer teórico-económico que Akerlof le atribuye.
La verdadera razón metodológica que explicará el poco éxito de la propuesta de Akerlof hasta el momento es un poco más sutil. La neutralidad que recogen los teoremas que vimos en el artículo de EXPANSION es indispensable para estar seguros de que los efectos de las normas que se introducen, y que pueden estar muy bien fundamentadas, son solamente efectos de esas normas.
Es decir, resulta que una no-neutralidad revela que no estamos en un equilibrio propiamente dicho y que por lo tanto no nos sirve como bench mark para realizar ejercicios de estática comparada que son los que constituyen la finalidad última de la Economía como ciencia aplicada.
Lo que la metodología correcta indicaría es que hay que endogeneizar las normas y ver qué observaciones son así explicadas en el equilibrio del modelo estándar así modificado. A partir de esa estrategia ortodoxa se nos presentarían sin duda nuevas anomalías y trataríamos de explicarlas mediante nuevas normas detectadas por los sociólogos, nuevas normas que habría que endogeneizar y a continuación incorporar a la versión más reciente del modelo estándar. Una tarea que, como debe ser, no acaba nunca.
Curiosamente esta sería la versión metodológica ortodoxa. Pero a mí no me produce gran entusiasmo precisamente porque no tiene nada de revolucionaria. Lo realmente nuevo sería cambiar el modelo estándar renunciando quizás a la idea de equilibrio en un sentido que preserve la centralidad de las cuestiones de estática comparada, pero que no exija la racionalidad funcional aunque se aplique a nuevos escenarios con normas diferentes.
Esta última sugerencia que tampoco me parece que tendría mucha aceptación por parte del grueso de la profesión, permitiría sin embargo seguir utilizando lo que me parece es la mayor aportación de una estrategia como la de Akerlof y que consiste en entender cómo los resultados de política económica son distintos en comunidades con distintas normas consuetudinarias.