Ezra Pound es un pozo sin fondo. Ya en 1935, en pleno auge del fascismo italiano, se marcó una defensa de lo que ahora llamamos cajas y una condena de los bancos que resultan, ambas, totalmente actuales y totalmente problem áticas. Aunque sin el histrionismo del Pound enloquecido, todavía se utilizan argumentos que suenan parecido.
“Han existido dos tipos de bancos” empieza diciendo: “los montes de piedad y los demonios. Bancos creados para la beneficencia, para la reconstrucción; y bancos creados para apresar a las gentes”.
“Los bacos del infierno, desde que tenemos noticia, han empezado como pandillas de acreedores, asociados para extraer de sus deudores hasta la última onza de beneficio. Esto lo han hecho con esplendor y a bombo y platillo. Y han mantenido y defendido la exactitud contable”. El ejemplo sería la Banca San Giorgio de Génova.
En cambio Siena tuvo, según Pound, la suerte de ser conquistada por Florencia y de aprovecharse de tres siglos de experiencia de los Medici que se plasmó en el Monte dei Paschi. Cosimo garantizaba el capital del Monte tomando como colateral la única propiedad viva de Siena…..los pastos que se deslizan hasta Grosseto….. Y la lección resulta ser la mismísima base de la banca a pesar de que sus méritos se atribuyen a los Montes de Piedad. El CREDITO descansa finalmente en la ABUNDANCIA DE LA NATURALEZA, en la hierba siempre creciente que puede alimentar a las ovejas vivas”. Muy distinto de lo que hacía la naciente banca de Génova que alcanzaba su beneficio a base de sinecuras concedidas por las autoridades y basadas en los derechos de aduanas que recibía la ciudad portuaria.
La lección que quería darnos es que el Monte dei Paschi existe todavía (de hecho reparemos en que hoy mismo est á jugando un papel en el asunto dela BNL) y que favoreció el ambiente artístico y cultural de la región de Siena, mientras que hemos olvidado la Banca San Giorgio y recordamos que “las artes no florecieron en Génova que apenas tomó parte alguna en la actividad intelectual del Renacimiento”.
Yo diría que cuando en estas épocas se plantea el futuro de las cajas de ahorros los argumentos esgrimidos por éstas no son tan distintos a los que Ezra Pound utilizaba a su favor. Esto demuestra la inteligencia de sus grandes directivos y su valentía intelectual que algunos motejarían de populista. Pero, que yo sepa, nadie les ha recordado la coincidencia de su argumentario con el de Pound. Bastaría hacerlo para desvelar su tramposo rechazo de la comprensión actual y descarnada de la economía de mercado que tan bien entendian los genoveses. Todo ello con independencia de lo bien que se manejan en ella desde su posición especial.