Decía el jueves pasado que hablaría sobre el roce Solbes/Caruana. Lo voy a hacer; pero antes debo tomar nota de dos artículos que se me han cruzado este fin de semana.
Decía Stiglitz en su columna sindicada del domingo en El País Negocios que la retirada de Greespan nos deja con la duda sobre la independencia de la Fed puesto que el gran maestro intervino en política en no pocas ocasiones. Decía Cacho en El Mundo del domingo que Caruana no era independiente; sino el largo dedo de Pizarro y que, ahora que no parece tener oportunidad de renovación, ataca a las Cajas quiz á en defensa, insinúa Cacho, de ese mentor suyo que ve su presidencia de Endesa atacada indirectamente por la Caixa.
Estos dos artículos nos hacen ver que las instituciones no se improvisan y que aquellas que son solo de diseño no tienen por qué durar, que pueden ser manipuladas y que pueden acabar desolviéndose. No quiero decir que los Bancos Centales no hayan servido para nada; pero sí que se nota últimamente que se les empieza a escatimar su mérito en la victoria sobre la inflación que, en parte, podría ser entendida como resultado de la globalización y el correspondiente incremento de la competencia.
De ahí a pensar que sus peligros pueden ser mayores que sus ventajas no hay que unos pasitos. No sería pues de extrañar que estos todopoderosos Bancos centrales acabaran, en el mejor de los casos, como una simple pieza pieza del sistema de supervisión bancaria.
Pero si esto fuera así, estas instituciones de diseño serían tan independientes como la CNMT o la CNE; pero menos que un Banco Central. Esto parece ser lo que piensa Solbes del actual Banco de España al que solo le queda precisamente esas competencias supervisoras e inspectoras y para el ejercicio de las cuales no necesita grandes estudios macroeconómicos o monetarios; sino que le bastaría con los propios de un auditor sofisticado.
Que el gobernador hable sobre Política Fiscal no parece muy discreto cuando la Política Monetaria, irremediablemente unida a la Fiscal, est á en Franckfurt. Arremeter contra el vicepresidente por haber violado la independencia del Banco de España puede, en consecuencia, ser contraproducente pues puede tentar al gobierno a proponer una redefinición del Banco de España apresurada y enrabietada.